Finalmente logré mis vacaciones, aunque no las soñadas a la playa paradisíaca. Escribo esta columna media apunada desde un centro de internet en La Paz, Bolivia, qué contradictorio ¿no? He tomado todas las yerbas de coca posible y todavía no me hacen efecto.En qué minuto sentí el impulso y compré los pasajes para llegar acá, todavía no me acuerdo, de todas maneras estoy fascinada, cada cosa que veo me gusta más que la anterior.
Lo más raro de todo, es que hace unos días leía los mails de mi mamá relatando sus aventuras por Bélgica y Holanda, sus calles, edificios y construcciones antiguas y pensé que ese sería mi próximo destino. Me dieron muchas ganas de recorrer Europa, sobre todo sus castillos. Como la mujer organizada que pensé que era (antes de este improvisado viaje), empecé a investigar on line sobre castillos europeos, y mientras fantaseaba llegué a creerme una princesa.
De repente hago clic en el Castillo del Barón y rápidamente volví a ser la princesa porteña. El castillo está, valga la redundancia, en el cerro Barón de Valparaíso. Cuenta la historia que el cerro lleva su nombre por el Barón que ahí residía. No es fácil llegar, me di varias vueltas antes de encontrarlo, sobre todo porque a orilla de calle se ve solo una casa de un piso. Pero mirado desde la parte trasera se ve la edificación en su total magnitud. Lo mejor de todo para el que le interese, (ya me estoy cambiando de rubro al de corredor de propiedades, no cobro comisión), es que esta propiedad construida a principios del siglo pasado, está en venta: Cien millones de pesos. Caro o barato, no sé. Si alguno se compra este castillo yo feliz ayudo a decorarlo.
Carolina Arias Salgado
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Ilustración: Claudia Silva
columna para Tell Magazine Jueves, 22 de Septiembre de 2011
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